Teatro-2010
(aunque muchos todavía lo ignoren y aunque los grandes medios lo sigan callando)
con los auspicios de la Secretaría de Cultura de la Nación
y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
Dos mujeres en el viento
de Felipe Foppiano
de Felipe Foppiano
La relación entre el holocausto judío y el genocidio palestino
a través de
a través de
ANA FRANK y RACHEL CORRIE
Una muere de tifus en un campo de concentración nazi.
La otra, bajo una topadora israelí cuando protegía un hogar palestino.
La dos, están destinadas a ser amadas por todos los que en este mundo
sienten en su alma la causa de los Derechos Humanos y
por toda la gente de buen corazón que lucha por hacer de éste un mundo más bello.
Dirección: Oscar Naya
Domingos a las 20,30 hs.
Teatro Colonial
Av. Paseo Colón 413 -caba-
Teatro Colonial
Av. Paseo Colón 413 -caba-
Localidades: $ 40.- Reseras: 011 4342-7958/136
Algún día de marzo de 1945, Ana Frank moría víctima del tifus en el infecto campo de concentración nazi de Berger-Belsen. 58 años más tarde, el 16 de marzo del 2003, Rachel Corrie moría en la Franja de Gaza bajo una topadora israelí, cuando protegía, con su cuerpo, un hogar palestino de su demolición.
Dos mujeres, apenas, en el viento de la historia, muriendo víctimas de un odio semejante, por genocidios de similitud paradojal, por lo absurdos y contradictorios, pese a tener tanto en común.
La obra teatral reflexiona sobre las maquinarias de aniquilación que los hombres activan recurrentemente a lo largo de los siglos, a través de una sensibilidad también común: la que Ana Frank y Rachel Corrie supieron crear y dejar plasmada en sus diarios y en su breve pero intenso transitar por esta tierra.
En ellos se advierte la íntima semejanza entre sus pensamientos más profundos; la aguda y temprana inteligencia con la que afrontaron las circunstancias de sus vidas, y cómo ambas lograron, por diferentes caminos, desentrañar el funcionamiento esencialmente injusto del mundo, y oponer a ellos lo mejor de sí mismas.
En la pieza, se intercalan escenas de sus vidas, en una forma de sintetizar su camino sensitivo en común, buscando que surjan ante el espectador como el maravilloso ejemplo de la empecinada humanidad que opusieron al tiempo que a cada una le tocó en suerte. Ambos gobernados por el odio.
El camino de Ana Frank la muestra en los días previos al escondite con el que buscaron en vano sortear la locura homicida de Hitler; continúa con los momentos de permanente zozobra y pocas alegrías en los que transcurrió su vida allí; sigue con su detención junto con su familia; y finaliza con su peregrinar por diversos campos de concentración hasta su muerte, apenas unos días antes de que el campo fuese liberado por las tropas británicas.
Rachel, por su parte, inicia su derrotero como una activista humanitaria inconforme con su acción, a la que encuentra cada vez más inútil, y su decisión de viajar allí donde entiende que se está produciendo una de las mayores injusticias del planeta, de la cual se siente, en parte, responsable. Su llegada y su contacto con las familias palestinas, auténticas víctimas del actual genocidio, le mostrará gente todavía capaz de sonreír y de amar, a pesar de las terribles circunstancias
La obra evoluciona hacia un imaginario encuentro final entre ambas, donde la comprensión y el descubrimiento de sus destinos compartidos coinciden con sus muertes, que las hacen una.
Un solo mensaje, a pesar de la distancia, los años y las circunstancias diferentes. La humanidad fue sacudida en su conciencia con la aparición, en su momento, del diario de Ana Frank. Otro tanto sucede hoy, a medida que la vida, la muerte y los escritos de Rachel Corrie se expanden por el mundo, pese al cerco informativo del que muchas veces la cuestión palestina adolece.
