Entrevista a Carlos Piano
Un
trovador en el Delta
por
Rosa Rochela*
Músico, autor, compositor,
intérprete y poeta, Carlos Piano vive con el corazón dividido entre
dos ciudades: Córdoba, donde residen sus hijos, y Buenos Aires,
dónde vive su amor. Aunque su relación con Buenos Aires nace a sus
trece años, cuando desde su Córdoba natal su padre lo llevó a
descubrirla, puntapié inicial para luego largarse solo y no perderse
ningún festival de rock. Después, la militancia en la secundaria y
en la universidad lo llevaron en los 70 a exiliarse en Brasil. Ya en
los ’80, luego del éxito del dúo que conformó con la cantante
Claudia Maté, decide vivir en Buenos Aires donde se presenta sólo
con su guitarra y donde supo extender una red de admiradores y amigos
que aun hoy lo esperan ansiosos ante cada llegada.
Alternando
entre sierras, islas y dos ciudades, es en éstas donde lleva a cabo
el ejercicio de su actividad con dos tipos de espectáculo: uno
basado en clásicos de la canción del mundo con un inmenso
repertorio de boleros, música popular brasilera, bossa nova,
estándar de jazz, canción francesa de los 50 y 60.
El
otro, con canciones de su autoría, algunas interpretadas y grabadas
por artistas como Paola Bernal, Jenny Nager, Caixa da música, y sus
propias traducciones al español de canciones de Chico Buarque,
Caetano Veloso, Oswaldo Montenegro o Iván Lins, aunque escucharlo
cantar en portugués provoca apuestas entre público brasileño para
adivinar de qué ciudad de ese país proviene. Sus años en Brasil le
regalaron una pronunciación perfecta. El clima intimista dentro de
una unidad estilística siempre acompañado por su guitarra más
tiene que ver con los trovadores de los 60.
Con seis discos grabados, con varios de sus poemas seleccionados para antologías tanto en Argentina como en el extranjero, y a cargo de talleres literarios aplicados al formato de la canción, hoy, en uno de sus asiduos viajes a Buenos Aires, y después de la presentación en la que tuvo como invitado especial a uno de nuestros más queridos representantes de la canción ciudadana, Juan Vattuone, siempre desde su bajo perfil, Carlos Piano, se deja entrevistar sin dejar pasar por alto que no le gustan las entrevistas.Carlos Piano. Foto: MMPrensa |
Vivir en el Delta
¿Cómo es vivir en una isla?
Yo ya había tenido la experiencia de vivir al lado del río, en San Isidro, en los 80, durante un período que viví en Buenos Aires, ahí tuve la proximidad con la vastedad del río, pero uno está en una isla y es un lugar inspirador: el clima, la paz de las islas sobre todo cuando el turismo no está, el encanto de estar sentado en el muelle, los paisajes. También viví al lado del mar, en Río de Janeiro, pero una cosa es vivir al lado del mar o del río y otra es tener que atravesarlo para llegar a la ciudad, se necesita el contacto directo con el agua para moverse, para trasladarse. Hay que navegarlo.
Vos le escribiste una canción a la ciudad de Buenos Aires, que se llama Mal de sauce. ¿Existe el mal de sauce en la isla?
Sí, hay algo q te retiene, te inmoviliza, que te lleva a echar raíces en ese clima de paz, de tranquilidad, no exento de cierta melancolía. Tiene un tono calmo que te arrastra. Ese lado bucólico tan particular que tiene la vida en la isla. Pero la canción que le escribí a la ciudad de Buenos Aires la hice mirándola desde lejos, fue en San Isidro, desde la orilla del río.
También hay dos canciones tuyas que hablan de la isla. ¿Las compusiste allí?
Sí. Una es Arroyo Espera, la otra es Las islas azules que compuse junto al poeta Gastón Sironi.
¿Es tu lugar en el mundo el que te inspira canciones?
Mi lugar en el mundo es donde yo esté bien, es independiente de cualquier paisaje, tanto en la isla como en las sierras me he inspirado para escribir canciones, pero también en las ciudades. Mi parte autoral creativa tiene q ver, aunque no en forma excluyente, con cada lugar por donde paso.
El arraigo está donde se cruzan, aunque no siempre, los afectos con la posibilidad de sobrevivir. El hecho de que esas dos cuestiones no siempre confluyan, determina en mi caso esta circunstancia de vida seminómade.
El autor escribe canciones, el compositor música, el músico toca un instrumento, el poeta escribe poesía. ¿Cómo te llevás con todo eso?
Yo no soy un compositor en el sentido estricto de la palabra. No sé escribir música lo mío es puramente auditivo. Pero los roles los he tenido alternativamente tanto en uno como en otro. He escrito letras y también hice música para otros.
¿Cuál es la diferencia en componer por propia inspiración a que te lo pidan especialmente?
Las dos formas tienen su encanto, ya sea algo libre que se te ocurre porque sí o de algo que te han pedido con ciertas características. El desafío es distinto pero la forma de creación es la misma. Lo puedo hacer de las dos formas y pese a que muchas veces los condicionamientos te dan un cauce cierto por donde mandar tu creatividad, no implica que tenga menos valor la obra que finalmente queda.
¿Por dónde pasa y cómo es tu proceso de creación?
Puede pasar en cualquier lugar. Yo he ido cambiando mi forma de componer, no es que me siente a escribir, muchas veces hay ideas que me van apareciendo, a veces viene una melodía que me inspira una letra, a veces una letra que me inspira una melodía. No hay formula de ningún tipo. También hubo épocas en las que no escribía nada, le daba un valor superlativo a la idea que aparecía y la dejaba, hay canciones que las he terminado de armar después de mucho tiempo.
¿Qué es más importante la letra o la música?
Las canciones son poesía, están acotadas a un formato pero sin embargo ese formato puede significar que las palabras estén bajo el manto protector de la música y también bajo los límites que te impone ese manto protector, pero esos límites por ahí te dan una libertad mayor de expresión que el no tenerlo. La letra es muy importante. El último premio nobel de literatura (Bob Dylan) se lo dieron a un tipo que escribe canciones y por las canciones. La poesía es anterior a la escritura, anterior al lenguaje escrito y muchas veces fue desde tiempos inmemoriables, digamos, un recurso mnemotécnico para conservar en la tradición oral, el caso más extremo son los doce mil versos de los vedas por ejemplo y de tantos otros que servían para eso, la rima te da una posibilidad de recordar más fácilmente ciertas cuestiones
Cuando los libros no existían los poetas entonaban sus versos acompañados de una lira con la que daban cuatro notas. Al tener una métrica y una rima, ya le da musicalidad a la palabra aun sin la sofisticación de meterlo en un sistema más complejo con una melodía, de hecho hay poesías que tienen la melodía en las palabras mismas. A lo largo de los siglos se van perfeccionando los instrumentos, van apareciendo los trovadores, los juglares, los trovadores era más cortesanos, era más fino su lenguaje, los juglares iban de pueblo en pueblo cantando, exaltando a héroes o hablando del amor, sobre los temas universales. Hay canciones que son reconocidas como tales y han sobrevivido, su origen se pierde en el tiempo pero aún son rescatables como canciones hoy en día
¿Por ejemplo cuál?
Se me ocurre La Feria de Scarborough, una vieja canción del siglo XI que toma notoriedad mundial cuando la graban Simon y Garfunkel.
En tus talleres, ¿se aprende a escribir canciones? ¿Cualquiera puede hacerlo?
Si bien lo que fundamentalmente se necesita es talento, de ahí en más, se necesita la técnica, siempre. Hay cantidad de elementos que confluyen, se puede tener una técnica propia, por ejemplo un tipo que la desarrolló porque no podía acceder a una formación académica y tenía una guitarra que afinaba como podía y tocaba. Eso eran los guitarristas bluseros negros de los años ’30, ’40, ’50, como Muddy Waters, B.B.King q recorrían Mississippi o Chicago, una música que era marginada dentro de los mismos Estados Unidos y de la que abrevaban los ingleses: guitarristas como Keith Richard, Eric Clapton, Jeff Beck, por ejemplo, esperaban que esos discos cruzaran el mar porque era la música q los atraía.
La idea de los talleres es llevar un lenguaje apropiado más poético hacia las letras y no escribir desde el vamos con errores. Habrá quien domine la técnica y no tenga el talento natural y habrá quien tenga el talento natural, con lo que pueda mandarse una genialidad pero puede adolecer de una serie de faltas. En el flamenco los guitarristas no tienen una formación erudita. Paco de Lucía era eso, pero se metió a estudiar música para poder interpretar a Manuel de Falla, a Isaac Albenis…
¿Y qué es más importante, o sea, qué pega más, el ritmo, la armonía, o la melodía?
El ritmo te pega en los impulsos básicos, la melodía en la parte más intelectual si se quiere, pero lo que afecta fundamentalmente a la cuestión emocional es la armonía. Y hay distintas formas de aplicarla culturalmente, acá nosotros nos movemos con la escala dodecafónica inventada en un determinado momento arbitrariamente: estas son las notas, estos son los sostenidos, etc. Los orientales, por ejemplo, usan la micro tonalidad, entre un tono y un semitono así como lo conocemos nosotros, ellos tienen cantidad de notas intermedias y la armonía no se usa tanto.
La música estuvo reglamentada hasta políticamente, en función de decir queremos transmitir un mensaje que pueda influenciar de una determinada manera y no podemos dejar que se salga de estos parámetros. El canto gregoriano, los monjes que cantan al unísono no tienen un juego de voces en absoluto en ninguno de ellos y eso estaba hasta penado porque la armonía afectaba sentimentalmente. En China en alguna época estuvo prohibida. El Do más alto de la escala estaba prohibido en la Alemania nazi porque decían que era cosa de negros, era cosa de estridentes jazzeros.
Siempre hay factores extras que te tratan de limitar la capacidad creativa, que te condicionan, hoy manda el mercado no sin intencionalidad, no es que te dé la libertad: usted elija lo que quiera, no, porque si a vos te están machacando y metiendo todos los días una música con cierta característica, vos terminás tarareando la peor inmundicia y peor, te termina gustando. Lo q se salga afuera de eso no te gusta, te aburre y en general toda la música que se fogonea últimamente en los últimos treinta años, veinte años sobre todo es la más ramplona, la más embrutecedora.
No sea cuestión de elevarse
Todo lo contrario, porque se necesitan tener estúpidos que puedan ser manipulados fácilmente, que se emocionen con lo más primario.
Cuando nació el bossa nova decían q eran desafinados porque usaban formas inusuales, metían acordes con novenas, trecenas, cuartas, séptimas, en una armonización novedosa y más rica. El famoso Desafinado que compone Jobim (Tom) es una suerte de respuesta a esos conceptos. Yo he escuchado a gente decir Spinetta sí, me gusta, pero desafina, y decir que Spinetta desafina es no tener la más mínima noción de nada, es simplemente tener el oído acostumbrado a cualquier cosa, más que acostumbrado, envenenado.
En los festivales se exacerba más toda la cuestión jetona donde se aplica lo que se fundamenta en el golpe bajo y el lugar común, necesitan patrioterismo para que no haya patriotismo, necesitan basarse en sentimientos vulgares y de cuarta para que no sean exacerbados otros tipos de sentimientos, y a la gente así la condicionás, y también condicionás a los artistas, no es que el mercado te vaya a dar libertad, no, es todo lo contrario, es una de las formas más sutiles, elípticas, pero más brutales de condicionar la libertad creativa.
Claro, no es lo mismo escuchar el adagio de Albinoni que cualquier cosa de alta rotación que te imponen los medios.
Atahualpa Yupanqui una vez, conversando con el pianista Miguel Ángel Estrella sobre la importancia de escuchar buena música, le dijo que si cualquier persona escuchara Bach cotidianamente, aunque sea un poco, media hora por día, al cabo de un año va a ser mejor persona. Una declaración que me pareció de lo más reveladora en cierto punto, no dijo va a tener el oído más educado, no, dijo va a ser mejor persona. La belleza nutre en cualquier nivel. Desde el terreno del arte cuanto más calidad tenga más te va a elevar el criterio, por decirlo de alguna manera y sacar la elevación del terreno de lo místico.
¿Te trajo confusiones llamarte Piano y tocar la guitarra?
A veces ha sucedido, sí, que han ido a escuchar a un pianista y algunos me han preguntado si no me lo puse yo, si no es el nombre artístico.
Pero cómo te ibas a poner Piano si tocás la guitarra.
Claro, me tendría que haber puesto en todo caso Carlinhos da Viola, pero ya existía uno.
*Rosa Rochela es Licenciada en Filosofía y Periodista.